La Guía Michelin 2019 incluye a Mediamanga, el hermano pequeño de Mont Bar, en la categoría Plato Michelin.
Con una cocina de producto visto y técnica camuflada, Mediamanga se ha consolidado en tan sólo un año como destino foodie de la ciudad.
En año y medio de vida, un bar se puede hacer mayor. Nacido en abril de 2017 de la mano de Mont Bar, Mediamanga -el bar de barrio evolucionado, el gastrobar de producto y respeto que atiende sin pausa ni restricciones horarias en una manzana del Eixample- ha recibido reconocimiento Michelin. Su hermano mayor -siempre lo será, aunque parecen hijos de diferente madre, o padre- es recomendado de la guía francesa desde 2015 –tan sólo un año después de su apertura-, con Plato Michelin desde 2017, cuando la guía gala creó este símbolo para reconocer “restaurantes de productos de calidad y mano del chef”.
En la edición de la Guía 2019 lo consigue Mediamanga, ratificando la propuesta por la calidad informal y el producto bien vestido que hizo en 2017 Iván Castro, propietario e ideólogo. Con el chef de Mont Bar, Domenico Ungaro, también en las cocinas, la propuesta de bar barrio evolucionado ha crecido en estos 18 meses y se presenta virgen, con técnicas camufladas en fondos y cocciones sin engañar al paladar. Es producto, calidad, informalidad y estacionalidad en una carta cambiante que sorprende con novedades frecuentes en formato plato, por estación o temporada de producto, por ideas que plasman con periodicidad Castro y Ungaro para divertir a incondicionales.
Y lo hacen con propuestas pensadas para compartir, para vivir la gastronomía en mesas altas y bajas, viendo desde cualquier lugar esa cocina que no para. Carpaccio de amanita caesaria; canelón de pollo, setas y parmesano; costilla de cerdo pibil; tartar de atún con berenjena; revoltillo de chipirones y rebozuelos; ensalada de tomate con ventresca; ajoblanco con anguila ahumada, o salmonete con hummus, ajo negro y crudités son algunas de las especialidades más recientes, las que han convencido al público y a Michelin. Especialidades de producto principal y secundario, de ingredientes contados y mostrados en plenitud.
La diversión se multiplica en compañía, personal y decorativa, en un bar de reminiscencias modernistas y de ArtDeco. Para ir acompañado a la hora que quieras y discutir de arte y denominación gastronómica, también de estética de emplatado. Empieza, por ejemplo, con los huevos con espardeñas -a base de claras fritas, yemas crudas, espardeña a la plancha, salsa de tendones y algarabía-, con la kokotxa de merluza con judia verde, jamón en polvo y cebollino o con el cheese cake de compota de remolacha con frutos rojos, sorbete frambuesa y menta. La calidad a pequeños bocados no tiene procedencia.
Sí la carta vinícola, destacable en calidad y número de propuestas por copa. No en vano, el “hermano mayor” (Mont Bar) ejerce de faro espiritual tanínico, con una selección de 250 referencias. Mediamanga le sigue en su línea de bar y producto, y cerca de 200 referencias eminentemente locales. La línea de los hermanos camina en paralelo pero con diferencias. Serán hijos de distinta madre, o padre. Da igual. El hecho es que el pequeño se ha hecho mayor, con la fuerza de un adolescente que se va a comer, el mundo.